miércoles, 27 de marzo de 2019

El rey del mundo


Alejandro Magno, luego de la muerte de su padre, se había propuesto no solo conformarse con el dominio del imperio griego; sino que quería tener el poder de todo el mundo.

Retrato del Rey Darío
La potencia más fuerte y grande (ocupaban 3 continentes) de ese momento eran los persas, históricos enemigos de los griegos, ya que cuando Alejandro era pequeño dicho Imperio había arrasado la Ciudad de Atenas dejándola en ruinas. Los persas estaban gobernados por “Dario el Grande”, cuyos logros más destacados fueron, la reforma administrativa y financiera del Estado; dividió el territorio conquistado en satrapías, asignando su gestión a un poderoso gobernador, con amplios poderes, el sátrapa. Implantó un sistema monetario unificado e hizo del arameo el idioma administrativo de las regiones occidentales del imperio, entre otras muchas cosas.

Cuando Alejandro decide emprender viaje para conquistar el Imperio persa, se encuentra con un ejército inmenso el cual triplicaba la cantidad de hombres que él tenía en su poder. Al ver esto decide empezar a reclutar personas visitando pueblos persas con la promesa de liberación de dichos pueblos, muchos pueblos terminan aceptando porque querían liberarse del poder de Daría ya que los oprimían. De esta manera Magno consigue aumentar su ejército, pero ni siquiera logra igualar la cantidad que tenían los persas.

Darío al ver la poca cantidad de hombres que llevaba Alejandro decide subestimarlo y designa a un grupo de tiranos para que se encarguen de él, los griegos ganan la batalla muy cómodamente y Darío comienza a preocuparse.

Los macedonios deciden asentarse en Gordion, en el centro del Imperio persa, allí Alejandro se encuentra con la carreta del antiguo Rey de dicho territorio y con un nudo que estaba en la parte inferior. La leyenda decía que la persona que pudiese desatar ese nudo sería el próximo Rey de Persia, por lo que Alejandro tomó su espada y lo cortó con ella, dando una muestra de que él hacía las cosas a su manera.

La primera batalla tuvo lugar en Issos cuando los persas acorralaron a los macedonios y le ganaron la retaguardia, Darío pensaba que esta iba a ser una Guerra rápida por la superioridad numérica de su ejército (70.000 soldados persas contra 30.000 soldados macedónicos). Sin embargo, se equivocaba, pese a la inferioridad numérica, Alejandro basó su estrategia en la velocidad de su caballería lo cual le permitió llevarse la victoria y obligando al Rey Darío a huir.

Uno de las pocas pinturas que reflejan lo que fue la batalla de Gaugamela
La segunda y última batalla fue en Gaugamela, donde tropas persas aguardaban por la llegada de los macedonios. Allí, nuevamente había superioridad numérica favorable para los persas, pero Alejandro tenía un plan y ese era distraer a la caballería frontal de los persas, logrando que se dividan las fuerzas de Darío y que su caballería pueda entrar en el corazón del ejército persa aniquilando a todos. El plan fue un excito y obligó nuevamente a Darío a escapar.

Luego de esta batalla y con la muerte de Darío en manos de sus propios hombres, los persas reconocieron a Alejandro como su nuevo rey y así se convirtió en el Rey del mundo.
Pero Magno no se conformaba con el dominio del Imperio persa, sino también quería seguir avanzando y conquistar la India, cosa que conseguiría unos años más adelante. En el camino de todas sus conquistas Alejandro asesino a varios de sus amigos más cercanos ya que no lo obedecían y hasta lo contradecían; de esta manera mandaba una señal a todo su ejército de que se lo debía obedecer o podrían terminar de la misma manera.

Para esa época, los grandes pensadores como Aristóteles creían que luego de la India se encontraba el fin del mundo, es decir que no se sabía que había luego de las grandes montañas que recubrían esa región. Alejandro emprendió viaje con un ejército que superaba los 130.000 hombres y se enfrentó al rey indio llevándose la victoria. Pero no todo fue felicidad ya que en la batalla había muerto Bucéfalo, el caballo de Alejandro que lo había acompañado en toda su travesía.

Muerte de Alejandro Magno en el 323 A.C
Luego de esto, debido al clima muchos de sus hombres enfermaron y comenzaron a morirse, pero Alejandro no quería volver a Grecia y continuar con la conquista. Sus hombres y hasta sus amigos se comenzaron a rebelar contra Magno por lo que este se vio obligado a emprender la vuelta a Atenas, donde moriría años más tarde de malaria.

Alejandro Magno fue una vez el Rey de todo el mundo y consiguió lo que se había propuesto al principio de la campaña de conquista, trasladar a todo el mundo la cultura macedónica y así conseguir que regiones que adoraban a diferentes Dioses puedan comprenderse y convivir entre ellas.

viernes, 15 de marzo de 2019

Semana Santa de 1987, la democracia en vilo

En el medio Aldo Rico rodeado de oficiales amotinados
En la Semana Santa de 1987 un grupo ultraderechista interno de las Fuerzas Armadas decidió levantarse contra el gobierno democrático de Raúl Alfonsín debido a que el Mayor Ernesto Barreiro se había negado a prestar declaración ante la Cámara Federal de Córdoba donde se lo acusaba de tortura y asesinato de militantes durante la última dictadura militar. Al día siguiente, el 15 de abril, junto al Teniente Coronel Luis Polo produjeron un amotinamiento junto a sus sublevados en el XIV Regimiento de Infantería Aerotransportada 14 del Tercer Cuerpo del Ejército.

Al ver esto Aldo Rico, que hasta ese momento estaba al mando del Regimiento de Infantería San Javier en Misiones, decidió trasladarse a Campo de Mayo a dirigir la sublevación en la Escuela de Infantería. La mayoría de los oficiales y suboficiales sublevados estaban acusados de genocidio durante la última dictadura militar por lo que pedían la finalización de los juicios.


Ese mismo día cientos de miles de personas salieron a las calles de todo el país en defensa de la democracia, ocupando la Plaza de Mayo y obligando al Presidente Alfonsín a dar un discurso frente a una multitud.

La primera reunión para disuadir dicha situación fue entre Aldo Rico y funcionarios importantes del gobierno como el Ministro de Defensa, Raul Jaunarena en donde Rico exponía 5 puntos: 
1- Exigían el pase a retiro del General Ríos Ereñú y el nombramiento de otro general elegido dentro de una lista que ellos propondrían. 
2- Solución política para la revisión de lo actuado en la lucha contra la subversión. 
3- Cese de la campaña de los medios de comunicación en contra de las Fuerzas Armadas. 
4-  Retrotraer todo con respecto a los oficiales que habían participado en dichos levantamientos en esa Semana Santa.
5- Un aumento destinado al presupuesto de las fuerzas armadas. 

Inmediatamente el ministro junto a sus ayudantes se negaron a los pedidos y Rico, al ver que ya no se podía hacer más nada, prometió levantar la sublevación a la mañana siguiente.

La mañana siguiente los funcionarios del gobierno y el pueblo, se encontraron con una sorpresa, Rico no había cedido con el levantamiento y se había atrincherado nuevamente. Ante esto, la multitud que estaba a la espera en Plaza de Mayo, en defensa de la democracia, comenzó a movilizarse a Campo de Mayo para disuadir a los Carapintadas. Rico afirmó que la única manera de levantar la sublevación sería si el Presidente iba allí a hablar en persona con él.

En un comienzo el pedido del líder de los Carapintadas parecía una locura, pero al ver que la gente se comenzaba a movilizar y que se podía producir el derramamiento de sangre, Alfonsín decidió ir allí, sin saber que pasaría o con qué se encontraría.

Antes de partir hacia Campo de Mayo, el presidente salió al balcón donde pronunció un discurso el cual se dirigía a la multitud anunciando que se iba a ir personalmente a Campo de Mayo para obtener la “rendición de los sediciosos”, estallando de euforia dicha multitud.


Al llegar a Campo de Mayo, el presidente no sabía con que se iba a encontrar, los Carapintadas lo escoltaron hasta la carpa donde estaba Rico, allí nadie pudo entrar, solo estaban Rico Y Alfonsín dialogando; minutos más tarde, Alfonsín saldría ileso y anunciando que se levantaba la sublevación.

Si bien se dice que Alfonsín negoció con los Carapintadas, esto no es verdad ya que el Presiente, desde un primer momento rechazó los 5 puntos que proponía Rico y frente a la presión social, los Carapintadas decidieron rendirse. El concepto de “negociación”, fue impuesto por los mismos Carapintadas luego del episodio de Semana Santa para demostrar que tenían mucho poder y que hasta negociaban con el propio Gobierno.

Cuando la sublevación cesó, Alfonsin salió nuevamente al balcón Presidencial donde se dirigió nuevamente a la multitud pronunciando un discurso para llevar tranquilidad al pueblo, culminándolo con una frase que quedaría en la historia: “Felices Pascuas. Los hombres amotinados han depuesto su actitud. La casa está en orden”.