viernes, 15 de marzo de 2019

Semana Santa de 1987, la democracia en vilo

En el medio Aldo Rico rodeado de oficiales amotinados
En la Semana Santa de 1987 un grupo ultraderechista interno de las Fuerzas Armadas decidió levantarse contra el gobierno democrático de Raúl Alfonsín debido a que el Mayor Ernesto Barreiro se había negado a prestar declaración ante la Cámara Federal de Córdoba donde se lo acusaba de tortura y asesinato de militantes durante la última dictadura militar. Al día siguiente, el 15 de abril, junto al Teniente Coronel Luis Polo produjeron un amotinamiento junto a sus sublevados en el XIV Regimiento de Infantería Aerotransportada 14 del Tercer Cuerpo del Ejército.

Al ver esto Aldo Rico, que hasta ese momento estaba al mando del Regimiento de Infantería San Javier en Misiones, decidió trasladarse a Campo de Mayo a dirigir la sublevación en la Escuela de Infantería. La mayoría de los oficiales y suboficiales sublevados estaban acusados de genocidio durante la última dictadura militar por lo que pedían la finalización de los juicios.


Ese mismo día cientos de miles de personas salieron a las calles de todo el país en defensa de la democracia, ocupando la Plaza de Mayo y obligando al Presidente Alfonsín a dar un discurso frente a una multitud.

La primera reunión para disuadir dicha situación fue entre Aldo Rico y funcionarios importantes del gobierno como el Ministro de Defensa, Raul Jaunarena en donde Rico exponía 5 puntos: 
1- Exigían el pase a retiro del General Ríos Ereñú y el nombramiento de otro general elegido dentro de una lista que ellos propondrían. 
2- Solución política para la revisión de lo actuado en la lucha contra la subversión. 
3- Cese de la campaña de los medios de comunicación en contra de las Fuerzas Armadas. 
4-  Retrotraer todo con respecto a los oficiales que habían participado en dichos levantamientos en esa Semana Santa.
5- Un aumento destinado al presupuesto de las fuerzas armadas. 

Inmediatamente el ministro junto a sus ayudantes se negaron a los pedidos y Rico, al ver que ya no se podía hacer más nada, prometió levantar la sublevación a la mañana siguiente.

La mañana siguiente los funcionarios del gobierno y el pueblo, se encontraron con una sorpresa, Rico no había cedido con el levantamiento y se había atrincherado nuevamente. Ante esto, la multitud que estaba a la espera en Plaza de Mayo, en defensa de la democracia, comenzó a movilizarse a Campo de Mayo para disuadir a los Carapintadas. Rico afirmó que la única manera de levantar la sublevación sería si el Presidente iba allí a hablar en persona con él.

En un comienzo el pedido del líder de los Carapintadas parecía una locura, pero al ver que la gente se comenzaba a movilizar y que se podía producir el derramamiento de sangre, Alfonsín decidió ir allí, sin saber que pasaría o con qué se encontraría.

Antes de partir hacia Campo de Mayo, el presidente salió al balcón donde pronunció un discurso el cual se dirigía a la multitud anunciando que se iba a ir personalmente a Campo de Mayo para obtener la “rendición de los sediciosos”, estallando de euforia dicha multitud.


Al llegar a Campo de Mayo, el presidente no sabía con que se iba a encontrar, los Carapintadas lo escoltaron hasta la carpa donde estaba Rico, allí nadie pudo entrar, solo estaban Rico Y Alfonsín dialogando; minutos más tarde, Alfonsín saldría ileso y anunciando que se levantaba la sublevación.

Si bien se dice que Alfonsín negoció con los Carapintadas, esto no es verdad ya que el Presiente, desde un primer momento rechazó los 5 puntos que proponía Rico y frente a la presión social, los Carapintadas decidieron rendirse. El concepto de “negociación”, fue impuesto por los mismos Carapintadas luego del episodio de Semana Santa para demostrar que tenían mucho poder y que hasta negociaban con el propio Gobierno.

Cuando la sublevación cesó, Alfonsin salió nuevamente al balcón Presidencial donde se dirigió nuevamente a la multitud pronunciando un discurso para llevar tranquilidad al pueblo, culminándolo con una frase que quedaría en la historia: “Felices Pascuas. Los hombres amotinados han depuesto su actitud. La casa está en orden”.

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